La Basílica del Sacré-Cœur (Basilique du Sacré-Cœur en francés) es uno de los símbolos de París, que se alza inconfundible desde lo alto de la colina de Montmartre con su reluciente piedra blanca.
Desde lo alto de la colina se puede admirar una de las vistas más pintorescas de la ciudad y la Basílica presume de una arquitectura única: su cúpula blanca como la nieve es mundialmente famosa y es uno de los lugares más visitados y fotografiados de París.
Destino de creyentes y peregrinos, la basílica se erigió en el corazón de la revuelta desencadenada por la Comuna de París, para poner fin a una página violenta y sangrienta de la historia de la ciudad y expiar los pecados y masacres de la guerra civil.
En realidad, la eterna lucha entre católicos monárquicos y republicanos laicos impidió su consagración durante mucho tiempo y sólo tuvo lugar en 1919.
Habiendo escapado milagrosamente a los bombardeos aliados en 1944, la basílica está construida con un tipo especial de travertino que libera carbonato cálcico en contacto con la lluvia, lo que la hace aún más resplandeciente e inmune al desgaste de la contaminación atmosférica.
La Basílica del Sagrado Corazón fue diseñada por el arquitecto Paul Adabie en estilo románico-bizantino y se alza sobre el horizonte de París con su inconfundible silueta blanca. De hecho, es el edificio más alto de París, después de la Torre Eiffel.
La subida a la cima de la cúpula es imperdible: tendrás que subir nada menos que 300 escalones, pero desde lo alto de sus 83 metros, podrás admirar una impresionante panorámica que abarca toda la ciudad de París.
El interior de la Basílica, en cambio, no es especialmente interesante, salvo por el inmenso mosaico del coro, que representa a Cristo resucitado, vestido de blanco, con los brazos abiertos, mostrando un corazón de oro.
Sin embargo, el verdadero corazón de la Basílica es su famosa escalera adosada de 237 peldaños. Aquí se reúnen turistas en busca de fotografías icónicas e instagrammables, artistas callejeros, músicos y vendedores de recuerdos. Además, en la base de la escalinata, en la plaza Saint-Pierre, hay un maravilloso carrusel de época en perfecto estado de funcionamiento. Muchos lo recordarán de una famosa escena de la película de culto El fabuloso mundo de Amelie.
La Basílica del Sagrado Corazón ha sido apodada por los parisinos El Gran Merengue, por su reconocible blancura en medio de la ciudad.
Su resplandeciente blancura se debe al material con el que fue construida. De hecho, la piedra utilizada para su construcción, el Chateau-Landon, al entrar en contacto con el agua de lluvia desprende cal, una sustancia blanca que cuando llueve hace que la Basílica resplandezca, haciéndola aún más blanca.
También alberga una de las campanas más grandes y pesadas del mundo, que pesa casi 20 toneladas. Se necesitaron más de 20 caballos para transportarla a la obra.
Por último, si miras a los lados de la basílica, verás dos estatuas de figuras armadas a caballo: son Juana de Arco y el rey Luis IX, el único soberano al que la Iglesia Católica ha hecho santo.
No hay acceso directo a la Basílica. Para llegar, tendrás que coger el metro o el autobús y subir a pie la colina o tomar el funicular de Montpmartre o el Montmartrobus.
La City Card le permite ahorrar en transporte público y/o entradas a las principales atracciones turísticas.
Hotel 
Hoteles económicos 
Apartamentos 
Hoteles familiares 
Hoteles de lujo 
